UN RETORNO LLUVIOSO.

Vas en el bus regreso a casa. Son 9kms en un día de lluvia de primavera. Te sientas y como si estuviese sincronizado, suena «Without you» de Mariah Carey y justo ahí, te transportas a esa etapa 2000-2003 de la dicotomía entre el cassette y CD.

Tardes de invierno de ese aburrimiento-ocio-acción que te lleva a acostarte mirando el techo con la radio sonando a tu lado, esa que hoy es parte de la banda sonora de tu vida.

Te abstraes cerrando los ojos, en la mano un lapiz bic haciendo de eje para rebobinar una cinta que ya preparas para grabar.

En tu mente, caminas bajo la lluvia en New York, en Baires, en Paris o Londres. Disfrutas cada paso, cada olor en el ambiente, ese húmedo que se activa en días como hoy.

Avanzas a paso lento mirando grandes vitrinas, palacios con balaustreras, calles de adoquines, pasajes estrechos, gente en bicicletas antiguas oedaleando y sientiendo el agua rn la cara, un ejército de vespas donde el pasajero va con los brazos abiertos.

En las aceras letreros en hierro forjado indicando el nombre del café, del emporio y de la boutique de donde aparecen chaquetas largas, zapatos de reno, boinas y gafas las que se lucen ad hoc con el día.

Al cruzar la calle, ahí en medio, todo se detiene y solo soy yo bailando, en pleno charco, porque puedo y porque solo soy siendo yo mismo.

Un genuino acto de liberación ha ocurrido, pero que al mismo tiempo me lleva a retornar, pues todo eso también es posible aquí en mi entorno cercano.

Bajo de la micro y me recibe un eucaliptus, tomo una hoja, la quiebro y requiebro, para sentir su olor húmedo que me recuerda lo rústico de la existencia.

El camino hasta abrir la puerta con la llave es una invitación a tirarse luego al sillón, al lado del ventanal y a seguir el viaje con un café en mano para sentir que soy mi motivo para sonreir.

Feliz resto de la tarde a todos.

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