DICIEMBRE: VOLVER A LO QUE IMPORTA.

Diciembre siempre llega así, casi de sorpresa, justo cuando uno empieza a cerrar el año y a repasar lo que avanzó, lo que quedó pendiente y lo que simplemente se dio sin proponérselo. Es un mes donde la memoria se activa de manera natural.

Y también vuelve la amistad a tomar su lugar. Diciembre siempre ha sido ese tiempo para reencontrarse con los de siempre, para ponerse al día en pequeñas conversaciones, o para dejar que aparezcan nuevos lazos entre actividades de cierre y celebraciones. Algo pasa en el aire que hace más fácil conectar.

El clima, las luces, el ambiente distinto… todo invita a recordar. Historias guardadas, historias que nos acompañan desde niños, historias que vuelven cuando diciembre abre la puerta.

El sol fuerte, levantarse temprano, agua en mano y salir a caminar. Las compras navideñas están ahí, pero yo prefiero quedarme con ese paseo diario: caminar, contemplar, visitar. En cada paso aparecen los hitos del año, esos momentos que van sosteniendo las relaciones que realmente importan.

Y diciembre tiene esa otra cosa: de pronto uno conoce personas nuevas, las conversaciones fluyen distinto y aparece una chispa que no siempre se explica. Es una mezcla de cierre y de comienzo, un cruce de caminos que se da cuando el año ya está respirando hondo para despedirse. Me ha pasado muchas veces a lo largo de la vida; diciembre tiene su propio modo de conectar historias.

También despierta la solidaridad. Uno mira su propia vida y siente que nada esencial falta para cerrar bien el año, pero cuando extiende la mirada se da cuenta de quienes lo están pasando mal. Y ahí nace esa necesidad de hacer algo: apoyar una causa, acompañar, aportar un gesto, aunque sea pequeño. Es una forma de agradecer lo recibido y compartirlo.

Diciembre, cualquier diciembre, siempre ha sido volver a mirar lo aprendido, a vivir con más calma, a escuchar de verdad y a dejarse sorprender por lo que otros traen en su historia.

Cada caminata en estas fechas tiene ese mismo efecto: ese golpe suave de nostalgia y de alegría que, al final, son parte del mismo camino. Y hacen bien.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *