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En la Escuela, todos cabemos.

Así como existen adultos que intentan negar la educación a estudiantes migrantes, también hay quienes mantenemos firme nuestro compromiso de enseñarles y de garantizar sus derechos, sin importar su origen.

Los conflictos entre adultos y naciones deben resolverse entre ellos. Los niños no pueden ni deben cargar con las consecuencias de esa mezquindad.

El compromiso de la escuela, como colaboradora del Estado en el cumplimiento del Derecho a la Educación, no puede ponerse en duda por intereses partidistas ni pasiones electorales.

Cuando los profesores hacemos clases, no miramos nacionalidades, documentos ni estadísticas.
Vemos personas: niños, niñas y adolescentes en proceso de formación, que día a día se esfuerzan por aprovechar la oportunidad que la vida les da para romper barreras, superar la segregación y construir su propio futuro, acompañados por sus familias y por quienes trabajamos en educación.

En la Escuela, todos cabemos.

Cuando la autonomía florece en medio del ruido.

Hoy salí de clases con una sensación difícil de explicar, esa mezcla de emoción genuina y reflexión profunda que a veces solo la pedagogía nos regala.

Durante una clase con de 5° básico, ocurrió algo que merece ser destacado. Una estudiante, a quien por lo general se le atribuyen comportamientos disruptivos, logró cumplir exitosamente con el objetivo de la clase. Aunque su actitud se mantuvo inquieta, lo que marcó la diferencia fue su capacidad de autorregulación y su creciente autonomía.

La actividad consistía en crear un cuadro trifold con tres fotografías, una tarea que integraba habilidades manuales, planificación y expresión personal. K (la niña) llegó con sus materiales y, desde cero, construyó un trabajo con dedicación y sentido. Lo más significativo fue observar su rostro al finalizar: por primera vez en mucho tiempo, se vio satisfecha con lo que había logrado. Había orgullo en su mirada. Había conexión.

Al finalizar, conversé con ella y registré esta experiencia en el libro. Fue la décima anotación referida a ella. Habían otras 9 por conductas negativas.

Este episodio me lleva a reafirmar algo que a veces olvidamos: la educación no es lineal. Cada estudiante tiene ritmos, motivaciones y batallas internas que muchas veces no alcanzamos a dimensionar. Y sin embargo, incluso en contextos desafiantes, la autonomía puede florecer si se le da el espacio y las condiciones mínimas. Como docentes, no debemos perder la convicción de seguir buscando esos momentos transformadores. Acompañar significa observar con profundidad, esperar con paciencia y celebrar cada avance, por pequeño que parezca. Aunque siempre queda la pregunta abierta: ¿Cuál es el clima ideal para que cada niño y niña pueda aprender, sin etiquetas, sin barreras, simplemente siendo ellos mismos?